domingo, 14 de febrero de 2010

DICCIONARIO DE MAMADORES DE GALLO (TOMADORES DE PELO-BROMISTAS-EN EL ARGOR CUCUTEÑO)...


Alguna vez escribí que el primer mamador de gallo había sido Dios, pues eso de sacarle a Adán un palo de costilla para hacer la mujer, fue una solemne mamadera de gallo. Lo que pasa es que fue una mamadera de gallo que le salió hermosa, exquisita, encantadora. (¡Gracias, Dios mío!). Esa vez se me vinieron unos curas encima, me llamaron descreído, apóstata, irrespetuoso, ateo, y faltó poco para que me excolmulgaran. Afortunadamente también tengo curas amigos que me dieron la mano y sus carcajadas, de modo que el asunto quedó en tablas.


Digo lo de Dios, porque desde entonces, es decir, desde la hechura de la mujer, ha habido en todas partes mamadores de gallo. La historia está llena de gobernantes, filósofos, científicos, maestros, que maman gallo. Y la costumbre ha llegado hasta nosotros.


-¿Este año también piensa seguir mamando gallo? –me dijo una vecina.

-¡Pues claro! –le dije- ¿Y entonces?

Por encima le noté la felicidad. Ella es lectora mía empedernida, según me ha dicho.


A los mamadores de gallo se los topa uno en todas partes: en la oficina, en la calle, en el restaurante, y hasta en la misma familia. Señores a los que uno considera muy serios, por dentro son una continua gracia. Mujeres distinguidas también lo hacen: maman gallo que da miedo.


En estos tiempos de avanzada tecnología, los burlones se han metido hasta en la internet. Por correo electrónico, mi hija Diana Miley me envió algunas palabras, cuyo significado alrevesado arranca por lo menos sonrisas. Éstas son algunas:

Inestable: Mesa inglesa para Inés.

Ondeando: Toy perdido.

Camarón: Cámara grande de los fotógrafos del otro día.

b Error al hablar.

Becerro: Mira montes y colinas.

Bermudas: Ir a mirar mujeres que no hablan.

Telepatía: Televisor para la hermana de mi mamá.

Anómalo: Que sufre de hemorroides.

Berro: Bastor alebán.

Barbarismo: Gusto exagerado por las muñecas Barbie

Polinesia: Mujer policía desobediente.

Diademas: 29 de febrero.

Meollo: Me escucho.

Atiborrarte: Desaparecerte.

Endoscopio: Estudio para todos los exámenes, menos para dos.

Nitrato: Ni lo intento siquiera.

Talento: No ta rápido.

Esguince: Uno más gatorce.

Esmalte: Ni lune, ni miélcole.

Sorprendida: Monja en llamas.



Otro mamador de gallo, mi primo Ángel Neil Ardila, (llamado así porque nació el día que Neil Armstrong llegó a la luna) me hizo caer en cuenta que hay otras palabras de uso común, que muchas veces ni siquiera aparecen en el diccionario. Por ejemplo, si alguien se desmaya, le dicen que le dio un  yeyo o patatús o la pálida. El que está aburrido, tiene jartera. El que molesta mucho tiene gadejo (ganas de joder). Si alguien se cae se da un totazo o un tochazo.


El sereno le hace daño a quien se trasnocha a cielo abierto. Con un golpe uno puede hacerse un chichón. A la gente se le puede abrir la mano o la muñeca o el pie, y el que no tiene ganas de trabajar dice que le pesa el cuerpo.
  
En el campo, a la sarna le dicen carranchín o siete luchas. El que está aburrido dice que tiene una vaina rara, y al que se asusta le dan nervios. Una güevonada toda rara es un asunto que no tiene explicación. Estar jodido o en la carramplana es no tener ni cinco. Al que le va mal, le da la malparidez. A los campesinos les da dolor en la boca del estómago, y, a veces, hasta se mueren de repente.
Autor: Gustavo  Gómez Ardila / Fuente: La Opinión-Cúcuta...

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