AMOR POR INTERNET...

Supe, por boca de una amiga chismosa, que otra amiga, viejona ya, solterona y menopáusica, según dice mi amiga la chismosa,  había conseguido novio.

-No te lo puedo creer –le dije.

-Tal como lo oyes, mi querido –me dijo ella.

-¿Y cómo lo hizo? –le dije.

-Por internet –me dijo ella.

-¡Imposible! -le dije.

-Nada hay imposible en esta era moderna –me dijo ella.
  

De la otra amiga, de la cual dicen que es menopáusica, también había oído decir que ni el óxido le entraba (la expresión es otra, pero yo soy un columnista decente), así que le dije:

-¡Ya para qué!

-¡Sabrá Dios!
  

Los dos entramos en un silencio sepulcral, sumidos en descifrar los asuntos misteriosos que suceden en este mundo, desde que apareció esa pantalla, ahora plana, con una torre al lado, y un roedor con figura de ratón, a través de la cual uno puede comunicarse con quien quiera y donde quiera que el otro se encuentre. El otro día con el único con quien uno podía comunicarse de esa manera era con Dios y con los santos, que le escuchaban a uno hasta los pensamientos. Pero ahora, con eso llamado el internet o la internet, no hay obstáculo alguno para las comunicaciones. ¡Pues hasta novio pueden conseguir las que ya estaban desahuciadas de la cama del amor!

-¿Y quién es la víctima? –le pregunté a mi amiga la chismosa.

-Un francés.
  

Casi me voy de cuello cuando lo escuché. Creí que mi amiga estaba exagerando. A lo mejor, se refería a un haitiano, de los que  hablan un francés no muy afrancesado que digamos, pero mi amiga fue enfática: “Un francés de Francia”. Y luego, añadió: “Un francés negro, descendiente de africanos”.

  

Todo se puede hacer por internet: Mandarse cartas de amor que llegan al instante; chatear, o sea entablar una conversación escrita, que, además cuenta con la ayuda de muñequitos y de caritas y de otros símbolos para ahorrar palabras y tiempo; enviarse correos electrónicos o mensajes vía e-mail; buscar significados de palabras en diccionarios; investigar sobre cualquier tema por medio de Google… Todo es posible, hasta conseguir novio.

  

Pero ya no es posible que alguien a quien le falte un ojo o tenga un cachete torcido o le falte la nariz, pase inadvertido ante el otro fulano o fulana. No. Adiós engaños. Porque existen las cámaras fotográficas diminutas que se encargan de poner de manifiesto lo bueno y lo malo del pretendiente o pretendido.

-Déjame ver tu pelo en pecho –le escribe ella.

-Muéstrame esos bellos senos –le replica el otro, en letras mayúsculas.

-Quiero ver tu lindo ombligo.

-Ajá, ¿y cómo estamos de celulitis? Muéstrame la colita…
  

Y así continúan un riguroso y mutuo examen, que desemboca, según dicen, en escenas eróticas y escalofriantes. Hasta hacer el amor, dicen que se puede.

  

Están advertidas, pues, las que creían que ya estaban destinadas a criar sobrinos o a hacer obras de caridad. O como decían el otro día, a vestir santos porque el tren había pasado y las había dejando al lado de la carrilera. No señoritas. Aún están a tiempo. Basta con arrimarse a un computador o computadora y prender la o el internet. Al otro lado hay montoneras de posibles admiradores o admiradoras esperando… 

Autor: Gustavo Gómez Ardila  / Fuente: La Opinión-Cúcuta...